viernes, 31 de agosto de 2007

Semáforos versión 3.0 y mitos confirmados

31 de agosto de 2007


La temperatura ha bajado otros dos grados más y ya estamos en 3. Por lo visto se va a quedar en cero. A todo esto, ¿ésa no es la temperatura a la que se congela el agua? Lo digo más que nada porque es habitual que el asfalto esté mojado por aquí y no me imagino bajando por esa pedazo de cuesta que hay camino al Centro de Investigación en bici y con el asfalto congelado. ¿Quizá tenga que aparcar la bici? Los nativos me dicen que no, pero ellos, por si acaso, cambian las ruedas de la bici en invierno. A todo esto hoy a granizado, aunque por suerte me ha cogido trabajando. Por la tarde ha salido el sol y se ha mantenido así hasta la noche.



Por cierto, desde que ando en bici he descubierto que tienen una versión 3.0 de semáforos. Estos semáforos son los de los coches y bicis. La particularidad de los mismos reside en que no sólo se ponen en ámbar para pasar del verde al rojo, sino también para pasar del rojo al verde. Interesante, así los conductores no tienen que andar mirando a ver cuándo parpadea el de los peatones, que es una cosa que no enseñan en ninguna autoescuela, pero que todo el mundo hace, menos Maider, claro. A todo esto, ahora que lo pienso, quizá no es una versión 3.0 de semáforos, sino una versión 1.0. Resulta que como aquí son tan educados y tan comedidos, igual hicieron los semáforos de peatones para que pasara del verde al rojo sin avisar y en cambio los semáforos de los coches avisan cuándo va a pasar del rojo al verde para que el conductor correspondiente abra la ventanilla del coche y diga, oiga, señora, yo que usted me daba prisa en cruzar porque se le va a poner en rojo. Se lo digo yo que lo estoy viendo venir. O a lo mejor es una forma de fomentar el ligoteo, oye, guapa, ya sé que cuando pasan bellezas como tú el tiempo se detiene, pero acelera el paso porque el semáforo no se ha debido de fijar en ti. Sea como fuere, no deja de ser una curiosidad.



He confirmado un mito. Hacía tiempo que quería preguntarlo y siempre se me olvidaba hasta que entraba por la puerta de casa y me volvía a la memoria (ley de Murphy, esa tesis tiene mucha miga y está esperando a que alguien la haga). Al fin me he acordado a base de preguntarme qué es lo que siempre se me olvida preguntar. En Jyväskylä NO existen las fuentes. Le he preguntado a Marko a ver dónde había fuentes por aquí. Ha arrugado la frente y ha repetido “fuentes”. Y yo, sí, fuentes, para beber agua cuando estás sediento. Ha arrugado la frente de nuevo y ha puesto esa cara que pone el de la tienda cuando le pides algo y no tiene ni idea de lo que estás hablando. Conozco muy bien esa cara porque, cuando era pequeño y un poco más travieso, algunos amigos solíamos ir a las tiendas de chucherías a pedir tripicadillo de avellanas (cosa que evidentemente no existe) y los de las tiendas arrugaban la frente así como queriendo entenderte y no pudiendo. No obstante, siempre estaba el que se había leído el libro de conviértase en un superventas en 15 lecciones, que te respondía aquello de no me quedan. Me imagino la cara del proveedor cuando le pidiera que a ver si le podía traer unos paquetes de tripicadillo de avellanas. Tengo que hacer esta misma broma a mi edad ya que seguro que ahora me toman mucho más en serio que entonces y bajo ningún concepto van a pensar que les estoy vacilando (a no ser que por alguna extraña casualidad o por la misteriosa ley de Murphy, hayan ido a parar a esta página y entonces la he liado). Imaginaros que cinco personas se ponen de acuerdo y cada día va una de ellas a la misma tienda a pedir un tripicadillo de avellanas, ¿qué pensará el de la tienda el viernes? No puede creer que sea un vacile. Si cuatro más se animan, yo me pido el viernes. Pues a lo que iba, que Marko ha puesto esa cara de querer entender y no poder. Le he explicado que por allá hay fuentes en la calle en las que puedes beber si tienes sed. Su cara de sorpresa ha sido tal que no ha hecho falta que me dijera nada más, aunque lo ha hecho. No de eso aquí no tenemos.



Por cierto, a raíz dela broma que hice de los heladeros y la temperatura de menos treinta grados, me surgió la duda de qué pasaba durante el invierno con los puestos de helados que he visto en la calle principal de Jyväskylä y resulta que, por lo visto, esta semana seguramente los cierren, así que ya me puedo dar prisa y pasarme mañana mismo por uno para probarlos. Una moza del Centro de Investigación que es los Países Bajos, pero que lleva residiendo aquí cuatro años, me ha dicho que no son nada del otro mundo y que apenas tienen azúcar, pero uno siempre siente la curiosidad de probarlos. De modo que, aunque mañana la temperatura sea de menos diez o menos treinta grados, me voy a tomar un helado.

jueves, 30 de agosto de 2007

Rebajas en... las temperaturas

30 de agosto de 2007


De ayer a hoy la temperatura ha bajado 3 grados más y ya estamos en 5. A este paso, los menos treinta están al caer. La gente de aquí me ha asegurado que no va a bajar mucho más, pero tampoco va a subir, así que la ropa sin mangas definitivamente se va a quedar en el armario.


Por primera vez en lo que llevo aquí, he asistido a una discusión entre finlandeses. Impresionante. La cuestión es que Marko y yo íbamos a comer por un camino que no está del todo claro si es carretera o es para viandantes y coches ya que no está asfaltado. En esto viene un señor en una furgoneta, decelera y acerca el lateral de la furgoneta tanto como puede hasta el punto de que le toca a Marko y le da un susto del carajo. Según se empieza a alejar la furgoneta, Marko le muestra el dedo medio de su mano derecha en toda su extensión, hecho que el conductor ha visto ya que, bajo mi punto de vista, ha actuado de mala fe y estaba esperando nuestra reacción como el que se agarra una cogorza del quince un sábado por la noche y va buscando camorra allá por donde va. Al ver erecto el dedo medio de mi amigo, ha detenido la furgoneta y ha empezado a ir marcha atrás hasta que se ha puesto a la altura de Marko. Ahí ha empezado la discusión. Yo estaba tenso porque no me gustan este tipo de situaciones y, viendo cómo se las gastan en otros países a la hora de discutir, como cuando estuve con la Buiza en Nápoles que parecía que se iban a matar allí mismo por el tono de sus voces, pues... me siento incómodo. A esto que se le acerca Marko a la ventanilla de la furgoneta y se ponen a charlar tranquilamente. Por lo que he podido saber, no se han dicho nada del estilo mira que eres gil....., vete a tom..... o serás hijop...., como sería de prever en la zona de la que uno viene, sino que ha sido una conversación del estilo ¿por qué actúas así? No te costaba nada ir un poco más a la izquierda, no ganas nada con lo que has hecho... El tono de sus voces no se ha elevado en ningún momento. Si yo no hubiera sabido con certeza que estaban discutiendo, jamás hubiera podido sospecharlo. Y va y me dice Marko después de la “discusión” que ese señor le atacaba los nervios, que siempre actúa igual... Pues menos mal que le ataca los nervios, no se llegan a conocer y se van juntos a tomar algo por ahí. Están los finlandeses como para tener un accidente contra un napolitano; les da un yuyu allí mismo.



Hoy he tenido una nueva reunión con Taina, pero esta vez sin taninos. Le he mostrado todos los nuevos análisis que he hecho y los diferentes malabarismos estadísticos para obtener nuevas variables en base a las que ya tienen. Creo que no ha acabado de entender del todo el sistema que he seguido para crear las nuevas variables ya que me ha dicho que un día nos tenemos que reunir con el estadista del Centro de Investigación y volver a mirarlo. No obstante, los resultados le han parecido muy interesantes y parece que está contenta con el modo en que van las cosas. Esperemos que todo siga así.



Las queridas y simpáticas Etxaniz (A) y Galdona Erquicia me han estado vacilando con el tema de la comida, “qué, ¿de primero vas a comer ensalada?”, pues sí, aquí todos los días como ensalada de primero y además hoy en el segundo no he entendido bien y he comido sólo medio segundo. Es lo que tiene no ser de aquí. La cuestión es que había patata cocida (cómo no) envuelta en papel de plata y en el cartel ponía con queso y jamón. Yo he dado por hecho que era patata cocida rellena de queso y jamón y me he dicho, interesante, vamos a probarlo. Total que abro el papel de plata en el que venía envuelta la patata y resulta que el relleno era de patata y el queso y el jamón tenía que haberlos cogido antes ya que venían aparte, pero así se aprende. Y ya que estamos con la comida, una cosa de la que me he dado cuenta esta semana es que, desde que dejé el Ingema el 10 de agosto para venirme aquí, no he vuelto a probar el chocolate negro ni el cola-cao ni nada por el estilo y ni siquiera me he dado cuenta. Sólo el otro día cuando una persona me ofreció una chocolatina de chocolate con leche fui consciente de este detalle. Chocolatina que, sin ánimo de ofencer, rechacé ya que no me gusta este tipo de chocolate, sino los chocolates negro y blanco como las teclas de un piano que me ha de estar esperando en algún lugar.



miércoles, 29 de agosto de 2007

El congelador vacío y el balcón lleno

29 de agosto de 2007


Muchas gracias, Bea, por el comentario que has puesto en la entrada anterior. Tú siempre con palabras tan sumamente cercanas, tan amables y con tantos ánimos. Muchas gracias por lo que dices. No obstante he leído suficientes cosas escritas por ti como para poder afirmar que me daré por satisfecho, en mi ámbito literario, si algún día llego a escribir un texto, con uno me vale, que pueda siquiera compararse con los que tú, con sorprendente habilidad y con suma soltura, escribes. Si alguna vez lo consigo, podré decir que por fin he escrito un gran texto. El mío sería un gran texto; los tuyos son sublimes.



El trabajo va avanzando. Creo que el tiempo me ha cundido bastante hoy. A ver si mañana me reúno con Taina ya que me dijo que podía ir a su despacho cuando quisiera, que está para eso y prefiero que vea y pueda echar abajo lo de un día a lo de una semana. Una vez que los análisis estén terminados ya puedo ser más independiente.


Hoy, como quien recibe un regalo que no desea, la temperatura ha bajado un grado más. Hace tanto frío que la ropa de verano ni siquiera se atreve a salir del armario. Por la mañana he intentado coger una camiseta de manga corta para vestirme y casi me muerde. No me ha hecho un corte de mangas porque no puede. Nada, ahí se ha quedado en el armario con el resto de ropa veraniega tiritando. Por lo que he podido saber, aquí hay una semana allá por enero en la que la temperatura baja hasta menos treinta grados. ¿Pero eso es posible? Menos treinta grados. Así que Raikkonen nunca sonríe. Un año se le quedó la cara tan helada que sufre parálisis facial para el resto de su vida. No es que no muestre sus emociones, es que no puede. Por lo visto la gente debe ir con la cara completamente cubierta, menos los ojos, y, sobre la tela que cubre la cara, se va formando una costra de hielo por esto de la humedad de la respiración. No me extraña, con esa temperatura se te tienen que congelar hasta las lentillas. ¿Habrá rascadores para las lentillas como para los parabrisas de los coches? ¿Habrá que echar agua a las lentillas para que se descongelen? ¿Cómo vive aquí la gente con lentillas durante esa semana? Por suerte, por ahora, veo perfectamente. Me imagino al mercurio de los termómetros acumulado en la bola de la parte baja diciendo ¡Que se asome otro a mirar a ver qué temperatura hace; yo de aquí no me muevo!



Menos treinta grados ¿De qué viven los vendedores de helados durante esa temporada? Cualquiera que tenga un zumo o un refresco en casa puede hacerse un polo simplemente dejándolo en el balcón ¿La gente meterá las cosas en el frigorífico para descongelarlas? ¿Mantienen el frigorífico enchufado durante este tiempo? ¿Utilizarán el balcón a modo de arcón para los congelados? ¿Es posible comer un perrito “caliente” a menos treinta grados? ¿Las calenturas se curan saliendo a la calle? ¿El excremento de un pájaro volando a una altura considerable es algo potencialmente dañino? ¿Tiritan las tiritas? ¿Durante una semana los padres no tienen excusas para poder decir aquello de “mira niño no me calientes...”? ¿Si quieres café con hielo te responden “pues sal a dar una vuelta”? Son algunas de las preguntas que a uno le surgen. A todo esto, me dijeron algo así como, tranquilo esto sólo suele durar una semana o dos, el resto hace menos diez, menos veinte grados...



Cuando todavía no he resuelto el tema de los telefonillos de ducha en los váteres, aunque prometo responder a esta cuestión, ahí os mando otra adivinanza (ésta bastante más sencilla) ¿Para qué sirve esto que hay en mi portal?



martes, 28 de agosto de 2007

Taina y taninos

28 de agosto de 2007


No sé si la similitud entre estos dos nombres es casual o resulta que hay alguna misteriosa relación entre los mismos, pero hoy se han acercado tanto que se han dado un beso (conceptualmente hablando). Los taninos son unas sustancias de sabor amargo con propiedades astringentes, antiinflamatorias y antioxidantes, pero en exceso tienen propiedades antrinutitivas; así ha sido mi encuentro con Taina hoy: amargo, pero saludable. Esperemos que un exceso de reuniones de este tipo no tenga propiedades antinutritivas en el sentido intelectual y de organización del mismo. Amargo porque quiere enfocar la investigación en una dirección diferente a la que en un primer momento habíamos hablado por lo que parte del trabajo realizado hasta ahora no sirve de mucho, por no decir que no sirve para nada, y saludable porque este nuevo enfoque le da un cierto interés añadido al resultado final. Por supuesto, esto trastoca todo el calendario que me había organizado y tanto hoy como el resto de las semanas tendré que meter más horas, si cabe, que hasta ahora, pero como dijo aquél, venceremos. Hoy ya he empezado a reorganizar todos los datos, calcular nuevas variables y obtener nuevos resultados. Lo que me preocupa es que Taina me ha dicho que esté preparado para reescribir 100 veces el artículo y, quienes la conocen, dicen que no ha exagerado ni un pelo. No me preocupa en exceso reescribir 100 veces el artículo, sino irme de aquí sin tiempo suficiente como para dejar todo sin atar. Así que a renovar energías y otra vez a la carga.



En este sentido, hay una cosa que he visto muy clara aquí y es que, o esto te gusta, o es mejor que te dediques a otra cosa. El otro día hablaba con una moza que está haciendo investigación aquí y que estaba desesperada porque en la primera versión de su artículo había muchas correcciones. Me decía algo así como qué le voy a hacer, es mi trabajo y yo pensé, pues no te queda nada, porque este camino que se recorre desde que se empieza una investigación hasta que se termina, es algo similar a realizar la reforma de una vivienda; sabes cuándo empieza, pero no tienes ni idea de cuándo se va a terminar y, para seguir con el símil, los tropiezos, obstáculos, caídas, etc. van a ser constantes y muchas veces uno tiene que sacar fuerzas para no tirarse de los pelos y tener la entereza de tirar todo a la basura y volver a empezar. Al igual que un amigo mío que estaba de obras en su casa y, cuando fue a ver la evolución de las mismas, se encontró al albañil durmiendo en su cama, en la investigación a veces hay detalles que se quedan dormidos en algún papel, en un ricón de una matriz de datos o en algún oscuro lugar del cerebro que, curiosamente, no vemos hasta que ya está todo avanzado.



Día amargo también porque ahora que tengo la bici como para andar yendo y viendo, resulta que de un día para otro la temperatura ha bajado once grados y se pone a llover con una intensidad poco conocida hasta ahora y, como no tenía ropa para cambiarme en mi lugar de trabajo, he estado bien mojado durante un buena parte de la mañana. A ver si me acuerdo de llevar ropa seca para dejarla allá. Y es que las leyes de Murphy suelen funcionar “Si algo puede ir mal irá mal en el peor momento”. Hace tiempo, una amiga mía y yo hablábamos entre risas y bromas de hacer la tesis sobre si las leyes de Murphy son ciertas o no. ¿Lo ha comprobado alguien? Pues eso. Por ejemplo, una de las famosas leyes dice que si llamas a un número de teléfono equivocado nunca da comunicando; siempre cogen. Pues nada, imaginaros lo divertido que puede ser tirarse toda una mañana llamando a números al azar para ver si alguno da comunicando (perdón, lo siento, me he debido de equivocar...), o si no, puestos a ser malos, le cambiamos a un amigo todos los números de la agenda de su teléfono y nos dedicamos a pasar una buena tarde a su lado viendo cómo nunca le da comunicando y se pasa la tarde con un mosqueo interesante mientras dice éstos de timofónica no sé qué andan que nunca me sale la persona a la que llamo (se recomienda contener la risa). Otra de las leyes dice que cuando se nos pierde algo (como por ejemplo un destornillador) no lo encontramos hasta que ya hemos comprado uno nuevo. Así que esta vez vamos a casa de un amigo (se recomienda que sea una amigo diferente al del teléfono si queremos que siga siendo amigo), le escondemos una herramienta que sabemos que va a necesitar y esperamos a ver lo que sucede. ¿Se cumplirá la ley de Murphy? ¿Encontrará su destornillador al volver de la ferretería con un destornillador nuevo en la mano? Como último ejemplo, se puede mencionar el de las colas. Según una de las leyes de Murphy, la cola en la que se pone uno (en la autopista, en el supermercado) siempre es la más lenta; si cambiamos de cola ésa en la que nos ponemos pasará a ser la más lenta y la que hemos abandonado comenzará a avanzar con rapidez. Esta ley en concreto no me hace falta comprobarla, doy fe de que sucede de este modo, pero si alguien se anima, puede llevar a un amigo (si para estas alturas le queda alguno) al eroski a comprar costillas de cordero la víspera de nochebuena y dejarle con el carro en la interminable cola mientras nosotros salimos por la puerta con la excusa de que creemos habernos dejado el coche abierto. Una vez fuera, observamos cómo reacciona nuestro amigo... No sé si se admitiría como tesis, pero desde luego aburrida no es.



lunes, 27 de agosto de 2007

Satisfacción estadísticamente significativa (p=0.000) y bicic(obso)leta II

27 de agosto de 2007


Gracias Idoia por tu ofrecimiento para mandarme novelas en formato electrónico, pero, como dicen los porretas, yo necesito papel. Lo cual me recuerda que en una ocasión, estando en un bar, se me acercó un chaval y me pidió papel y, sólo por ver su reacción, le di un folio. El chaval se me quedó mirando como dudando entre si era un poco corto y no había entendido a lo que se refería o si realmente le estaba vacilando. Dudó en su respuesta, al final se giró y se fue. Pues a lo que iba que de hecho, Vázquez-Figueroa ha colgado su última novela en su página web para que se la descargue gratis quien quiera y, aunque este país tiene fama de no leer, está teniendo una media de 15.000 descargas diarias. Supongo que mucha gente de latinoamérica se la estará descargando también.


Hoy estoy verdaderamente satisfecho por dos motivos. El primero está relacionado con la investigación que estoy llevando a cabo. Hasta ahora no estaba del todo contento con los resultados que estaba obteniendo así que me he pasado el fin de semana dándole vueltas al asunto y ayer llegué a la conclusión de que quizá debiera enfocar las cosas desde otro punto de vista. Así lo he hecho esta mañana y los resultados han sido sorprendentes. Estoy verdaderamente emocionado con el resultado de los diferentes análisis estadísticos que estoy haciendo y espero que mañana las cosas sigan a este ritmo y con esta soltura. Además tengo un montón de ideas que estoy poniendo en práctica y parece que funcionan. ¿Qué más puedo pedir? Creo que tengo para una semana verdaderamente entretenida (creación de variables compuestas, factoriales, regresiones, correspondencias, conglomerados...). Por cierto, a las personas que estén pensando algo del estilo “Vaya divertimento andar entre números” (supongo que la mayoría), espero poderles demostrar algún día que la investigación y la realización de análisis estadísticos son de lo más divertido a la hora de trabajar (siempre que no estemos hablando de trabajos de funcionariado; eso es un mundo aparte).



El otro motivo de satisfacción es la bici. Esta mañana he ido con sumo cuidado, con la rueda delantera con acné, evitando cada bache que hay en el camino (que no son pocos) y sin acelerar más de lo debido no vaya a ser que la espinilla reviente y yo aparezca por los suelos. Pero todo está bien ahora, ya le he cambiado la rueda delantera y el cambio de marchas de la bici a veces hasta funciona (¡!). Lo nunca esperado. De todas formas el ruido que hace en ciertas ocasiones al pedalear me sigue dando bastante respeto. Es una gozada la cantidad de tiempo que uno gana con la bici, no obstante, me he dado cuenta de que la bici me sirve para trabajar más (como ahora tardo tardo menos en el trayecto del apartamento al Centro de Investigación y viceversa... pues tengo más tiempo para estar allá). Todavía, pocas veces ya, sigo apoyándome en los pedales para subir un escalón y la bici frena y yo con la cara de paleto correspondiente y viceversa, quiero frenar y aprieto la mano contra el manillar, ya que ahí no hay freno. Lo que no ha cambiado es lo de ir sentado encima de una orquesta, allá por donde paso, la gente se me queda mirando y ya se me está quedando una cara de hombre anuncio que ni José Coronado. Nada, yo me pongo los cascos con la música que me apetezca en ese momento y miro hacia adelante, de este modo ni oigo los ruidos ni me fijo en la gente que me mira diciendo ¿qué estará anunciando ese tío con tanto ruido? ¿Tres en uno? Nada, yo feliz de la vida con la bici.



Hoy en la comida se han lucido. Ensalada (¡!), patatas cocidas (¡!) y una especie de hamburguesas hechas a base de verduras. La comida ha estado muy bien. He comido con la mujer (muy finlandesa ella, amable, calmada, aunque no rubia, cosa rara aquí) y la hija mayor de Marko que tiene seis años y no habla inglés (todavía). Se me hace muy extraño ver a Marko (que calculo tendrá una edad similar a la mía) con tres hijas y ejerciendo de padre. La mujer de Marko me ha estado explicando qué cosas se pueden hacer y ver por aquí cerca (la verdad es que no hay mucho y todo queda a tiro de piedra como se suele decir. A ver si puedo ver alguna cosilla). Hasta entonces os dejo estas fotos del lago que queda junto a la Universidad. En invierno este lago se cubre de hielo y la gente suele venir a patinar aquí e incluso hacen agujeros en el hielo y se ponen a pescar. Este lago, además de unas vistas preciosas, tiene casas cerca de la orilla, barcas... en fin, el paraíso.



domingo, 26 de agosto de 2007

Novelas, madera y guarderías

26 de agosto de 2007


Me he quedado sin novelas. Pensaba que con una por semana iba a tener suficiente, pero está claro que no es así. Traje cuatro (una de Millás, una de Skármeta y dos de Bolaño) y ya me las he ventilado. Recuerdo que estando en Madrid, Mari Feli, Etxaniz (Aitziber) y yo entramos en la casa del libro. Recuerdo que estaba yo mirando libros y cogiendo los que me parecían interesantes y Etxaniz, que estaba junto a mí, se reía mirándome y me decía que alucinaba conmigo, que yo compraba libros como el que compra fruta, simplemente iba cogiendo libros como quien coge manzanas de una cesta. Pues ya ves, de las 10 novelas que me compré en aquella ocasión ya me he leído más de la mitad. Y es que he de reconocer que entrar en una tienda de libros es mi perdición. Por suerte para mi economía y por desgracia para mí, aquí no venden novelas en castellano, pero no obstante, ya les he echado el ojo a unas novelas en inglés que hay en una librería situada en una de las calles perpendiculares a la calle principal. Por lo tanto me quedan dos opciones para la noche: conseguir alguna novela más o empezar a escribir una. A decir verdad, las noches que no he estado leyendo las he dedicado a escribir de modo que ya tengo un par de historias empezadas, pero no quisiera dejar de leer. Ya veremos a ver qué pasa. Me gusta escribir, qué le vamos a hacer y teniendo en cuenta que aquí no tengo medios para componer ni para esculpir, pues me dedico a escribir, pero que nadie tiemble, no tengo la más mínima intención de colgarlas aquí. El otro día Idoia me comentaba que parecía que estaba escribiendo El Quijote en este blog. No sabe lo que me reí pensando “ay Idoia si tú supieras con lo que ando entre manos...” Además he empezado a pintar de nuevo. No soy muy bueno pintando, a diferencia de mi amiga María, pero pinto lo suficiente como para ir diseñando las próximas esculturas. Ya tengo un par dibujadas y me estoy pensando seriamente traer el instrumental aquí la próxima vez que venga, aunque no creo que a los vecinos les hiciera mucha gracia que me pusiera a eso de las diez de la noche a pegar golpes a un tronco. Ésa es otra de las cosas que me encantan de este lugar, si no me cruzara con vecinos en el portal o en las escaleras, creería que vivo solo en este edificio. ¡Qué paz!



Hoy he preferido no andar en bici, aunque tengo un par de recorridos pintados en el mapa y que quisiera hacer, ya que le tengo cierto respeto a la rueda delantera. A ver si mañana la llevo a reparar y puedo definitivamente moverme con este medio. De todas formas, algo de razón tiene que tener mi amigo Raúl cuando me decía que el ejercicio que hacen las piernas al correr y al andar en bici son incompatibles porque tanto ayer como hoy me ha costado mucho más correr y las piernas se me han cargado con más facilidad. No sé cómo lo harán los atletas de triatlón, pero tienen un gran mérito.


Sigo con la idea de probar esto de la sauna. Me han hablado de un lugar en el que hay una sauna junto a un lago. Entras en la sauna, estás un rato y después te bañas en el lago para volver a entrar en la sauna, etc. Tengo unas ganas terribles de probarlo. Otra cosa que me han comentado es que las saunas que funcionan con electricidad, como la que está junto al lago, no tienen nada que ver con las que funcionan con madera. Tengo que intentar probar las dos y es que la madera es la madera. Hoy he salido a pasear un rato y en una de las calles había un olor a madera quemada, a eso que nosotros asociamos con el calor de un hogar en invierno, con frío en el exterior, que me ha hecho cambiar mis pasos y seguir su rastro. El destino era una barbacoa con una familia alrededor de una mesa conversando alegremente. La madera. Me encanta el olor de la madera. Una costumbre que tengo es la de oler un tronco antes de empezar a darle forma. Recuerdo que una vez fui a una tienda de tarimas y mientras me iban enseñando muestras de las diferentes maderas, haya, pino, castaño, roble, cerezo, teca... yo las iba oliendo ante la sorpresa de la que me estaba atendiendo. Yo creo que debió pensar algo así como: este imbécil cree que el suelo va a oler a algo. Inocente. Pues a lo que iba, que si uno ya está relajado con la vida que aquí lleva, no quiero ni imaginar lo que tiene que ser después de pasar por la sauna sea de madera o mediante electricidad. Y es que este país tiene algo que a uno le atrapa.



En el camino de vuelta me he detenido ante una guardería junto a la que paso a diario y he sacado unas fotos que espero gusten a María. Esta guardería está integrada en el barrio a la vez que abrazada por la naturaleza. Algo bastante difícil por allá. Como se puede apreciar, hay un riachuelo que cruza el patio exterior sin verja (tiene dos patios uno exterior, pero con verja y otro también exterior, pero sin verja para que jueguen con sus padres) con un puentecico (el ico va en honor a María) que me parece una preciosidad. A ver si te gusta.



Hace no mucho hablaba con un amigo mío que me comentaba su punto de vista acerca de la diferencia que supone educar a un niño en una guardería integrada en un pueblo con la gente del pueblo y la de educarlo descontextualizado de su entorno, su barrio, la gente que ve a diario, etc. Él parece tener bastante claro que quiere la primera opción. Ojalá pueda cumplirlo.


sábado, 25 de agosto de 2007

Bicic(obso)leta

25 de agosto de 2007


Ya tengo bici. Posiblemente sea del cartero que repartía las cartas en la Segunda Guerra Mundial, pero tiene dos ruedas y eso es suficiente. Además,como se suele decir, a caballo regalado buena sombra le cobija. Al final no ha hecho falta que coja la que estaba junto a las vías del tren (de hecho el mismo en que le saqué la foto la bici despareció), sino que Marko me ha conseguido una. Hay que reconocer el esfuerzo que ha hecho y desde aquí le doy las gracias. Lo primero que he notado al montarme, a decir verdad lo segundo, es que la bici es más alta que las de allá. Da más sensación de velocidad y visto el estado en el que está uno no se anima del todo a ir rápido. Lo primero que he notado y he preguntado a Marko cuando me la ha pasado es: ¿dónde están los frenos? Y es que resulta que esta bici es de las que se frenan haciendo fuerza con los pedales en sentido contrario al de pedalear. Allá hace unos años que se pueden ver algunas, pero no es muy usual. Y como resulta que uno está acostumbrado a girar los pedales en sentido contrario cuando va a cambiar de sentido o a poner su peso en los pedales para subir un escalón, resulta que estoy frenando continuamente. Parezco esos conductores con la “L” en la luna trasera que van dando trompicones con el coche ya que no acaban de dominar los pedales y se hacen un lío al intentar cambiar de marcha (¿eh, Maider?).






Otra cosa curiosa en esta bici (y en la mayoría de las que hay por aquí) es que los diferentes tamaños de piñón no están a la vista. Tienen un único sistema de piñones combinado con una especie de tambor en la rueda de trasera que, de alguna manera desconocida para mí, cambia el desarrollo de la bici. Por su puesto, lo anterior no es aplicable a la bici que yo ostento a la que ya se le puede intentar cambiar el desarrollo que no responde de ninguna de las maneras. No obstante, todo sea dicho, me hace ganar tiempo a la hora de desplazarme por Jyväskylä, menos en un tramo, casi llegando al apartamento en el que me alojo, que hay una pendiente que no la sube ni el ganador del tour dopado hasta las orejas, pero por lo demás es una gozada desplazarse con rapidez por aquí, para dar vueltas alrededor de los lagos, etc.




Una cosa curiosa de la bici es la cantidad de ruidos diferentes que hace cuando uno monta en ella. Más que en una bici parece que uno va sentado sobre una orquesta sin director. La rueda delantera hace un ruido, el guardabarros delantero otro, el sillín otro, los pedales un “¡Clack!” que me tiene desconcertado, etc. Con esta bici no hace falta tener timbre ya que todo el mundo se entera de que uno va circulando por la calle.

Lo que me preocupa en estos momentos son los bultos que le han salido a la cámara de la rueda delantera. Y es que resulta que, o la bici tiene acné (cosa que dudo teniendo cuenta la edad que tiene) o que la rueda está a punto de reventar. Creo que lo mejor es que el lunes la lleve a la tienda de bicis y se la cambie. De hecho, cuando me he despedido de Marko su frase ha sido “Don´t kill yourself”, es decir, no te mates. Habrá que andar con cuidado.






El todo y las partes

24 de agosto de 2007


Hoy es un día triste. Raúl me ha escrito contándome lo que ha pasado por allá y cuando se lo he contado a Marko se ha quedado de piedra. Uno quisiera que le pasara lo mismo, que el hecho de que se ponga una bomba fuera tan extraño y tan fuera de lo común que se quedara de piedra. Y eso es algo que uno aprecia de este lugar. No hay pintadas en las paredes, ni carteles amenazantes con contenido político, etc. Las paredes conservan su color original. Aquí no hay políticos intentando obtener un rédito electoral del dolor ajeno, no hay políticos intentando que se haga daño, no hay políticos cerrados a toda opción posible de un futuro sin sufrimiento de los unos y de los otros y, por supuesto, aquí no hay un grupo terrorista que defiende los derechos de un pueblo que no le respalda. Hoy he visto un autobús retirado porque era excesivamente viejo y he pensado que es una maravilla que los autobuses se retiren porque se han utilizado tanto que tienen el motor quemado y no porque, además del motor, se queman los asientos, el techo, los cristales, los neumáticos... Aquí no existe ese dolor de los unos y de los otros que parecen destinados a no querer entenderse. Allí sufren todos; sufren los de un lado, sufren los del otro y sufren los que, entendiendo a las dos partes, ven con impotencia que las partes no se entienden. Tenemos el dudoso honor de albergar al único grupo terrorista que queda en Europa, ¿a qué estamos esperando para arreglarnos de una vez? Los ciudadanos, en vez de seguir las directrices de quienes, desde un lado y desde el otro, tratan de inculcar la capacidad de no escuchar al que está al otro lado, en vez de enfrentarnos entre nosotros, tendríamos que exigir a los políticos correspondientes que planteen soluciones en vez de hablar porquerías que sólo infunden enfrentamiento. ¿A qué estamos esperando?


En su día me negué a hacer el Servicio Militar Obligatorio porque tengo la convicción de que las armas no nos llevan a ninguna parte; a ninguna buena al menos. Hoy en día sigo tan convencido como entonces. Recuerdo de aquella época que estaba de moda una camiseta en la que se podía leer “Imagina que hay una guerra y no va nadie...” Interesante reflexión.


Para finalizar, una pregunta que me surge cada vez que se da una situación dolorosa y que quisiera lanzar a las dos partes. La pregunta es para que la responda cada una de las partes y no para que cada parte se la lance a la otra. A ver si por una vez nos paramos a pensar que quizá no tengamos la razón en todo. La pregunta es: ¿qué habéis conseguido con esa actitud en los últimos treinta años?

jueves, 23 de agosto de 2007

Carteles (I)

23 de agosto de 2007


A lo largo de esta semana y media que llevo aquí he ido acumulando una serie de carteles que para el ojo curioso resultan, cuanto menos, fascinantes. Es sorpendente la cantidad de coincidencias lingüísticas con lejanía conceptual que uno se encuentra por la calle. Tengo un pequeña colección que quiero ampliar con otros carteles y pintadas que he visto, pero que no he podido fotografiar por el momento, pero todo se andará.


Para empezar, quiero mostrar el siguiente cartel. En Finlandia no se coge el taxi sino el...





He de reconocer que algunos taxis llevan el cartel “Taxi” sobre el techo del coche, pero otros llevan el cartel “Taksi”. Tengo que investigar si ésta es la palabra en Finlandés o hay algo más detrás.


Otro cartel que llama la atención, por no decir que asusta, es el que corona la entrada de este garaje.






¿Es la entrada a la morgue o una simple coincidencia lingüística? Por si acaso no he entrado para preguntarlo.

El siguiente me encantó. Más que nada porque a uno le gustaría que su contenido fuera cierto y realmente pudiera ir allá a desayunar...






¿O será que el famoso Paco tiene vivienda aquí y que su ego no le permite tener un cartel más pequeñito?

El siguiente se refiere a una calle. Hay que aclarar que en finés se utilizan mucho los sufijos y que katu en finés significa calle. Teniendo en cuenta que katu en finés es calle y que kale en euskara es calle ¿es ésta la calle van calle? O teniendo en cuenta que kale en euskara es calle y katu en euskara es gato, ¿es ésta la calle van gato?






La última de las que pongo hoy es más fuerte. Teniendo en cuenta la cara de mosqueo del pato (Donald), ¿qué carajo estará diciendo en la línea del medio?






miércoles, 22 de agosto de 2007

El ambigú

22 de agosto de 2007


Si alguien hubiera aceptado la apuesta que lancé ayer acerca de mi hora de vuelta, me hubiera ganado. Predije que iba a llegar a las 21'00h y he fallado. He entrado por la puerta de casa (y esto no es broma) a las 20'59h.

A las 18'30h hemos llegado a casa de Taina. Es una casa preciosa. Tiene un terreno hermoso con dos construcciones, ambas de madera. En el terreno hay numerosas plantas (al parecer es muy ducha en en cuanto a la jardinería) y las zonas no ocupadas por las plantas están tapizadas por una hierba fina y bien cuidada. La más vieja de las construcciones, tendrá unos 150 años, es de madera y en la curvatura de los listones se nota el peso que los años ha puesto sobre ellos. La madera está pintada de rojo y el techo es metálico. Originariamente, esta construcción era algo así como la tienda de la zona, estas tiendas de aquellos años en las que vendían de todo, tiendas, todo sea dicho, que están en vías de extinción y que a mí personalmente me apasionan. Miras entre sus estanterías y te encuentras los objetos más diversos e insospechados; me fascina. La otra construcción, la casa propiamente dicha, es una vieja construcción con la base de cemento y el resto de la casa de madera pintada de color crema excepto el tejado que es del típico color rojizo de las tejas. Parece que esta construcción es de la época en que Finlandia estaba ocupada por los rusos. Es una casa con un encanto especial que, aun a riesgo de repetirme, le hace a uno pensar acerca de los anteriores habitantes y de los habitantes anteriores a los anteriores habitantes; cuánta historia inmersa entre sus paredes, cuántas generaciones habrán pisado su suelo.



Taina nos ha recibido con una sonrisa que parece acariciarle a uno. Nos hemos metido en la casa y nos ha ofrecido vino tinto y vino blanco, así que yo he pedido agua y me ha traído un vaso de agua con gas tan habitual en el norte de europa, pero que aquí no había visto hasta hoy. La casa por dentro es sencilla y acogedora. Sobre la mesa del salón había dos pasteles de verdura y dos tipos de ensalada que atentamente nos ha ofrecido. Cada uno se ha servido lo correspondiente y hemos salido a la mesa del jardín. Imaginaros la situación; siete mujeres y yo sentados alrededor de la mesa del jardín con la particularidad de que, en este caso, mujer era igual a saber finés y hombre era igual a no saberlo. Así que se han puesto a hablar de sus cosas en finés manteniendo una conversación muy animada de la que yo era incapaz de enterarme de nada, por lo que he tenido bastante tiempo para mirar alrededor fijarme en los detalles de las casas, la marca de la cerradura, las astillas de la madera, el florecer de las plantas, el ir y venir de los gatos de Taina, etc. Al rato, un tiempo que se me ha hecho eterno, han venido los que mañana van a dar la charla (un americano y un británico) y yo he pensado “esta es la mía, con ellos puedo charlar” y hemos estado charlando un rato aunque, fuera de su ámbito de trabajo, tampoco tenían tanta conversación, ¿a alguien le suena?

Así que he vuelto a cambiar de bando y he vuelto a los orígenes con seis de las siete mujeres que hablan en finés y por fin he conseguido ponerme a hablar en inglés con algunas de ellas. Cuando la conversación estaba empezando a animarse la gente ya estaba recogiendo y cada cual para su casa. Claro, hay que entender que casi todas son madres y que no quieren llegar “tarde” a casa. Así que para las 20'30h ya estábamos saliendo.



Recuerdo que Idoia me preguntó a ver qué hacian entre la cena (cenan a las 5-6 de la tarde) y la hora de acostarse (10-11 de la noche). Lo he preguntado varias veces y hasta hoy no me habían dado una respuesta satisfactoria; hoy, por el contrario, me han dado una respuesta contundente: “life”, la vida; su vida transcurre en esas horas. Están en familia, con los amigos, etc. Así que ésas parecen ser las horas más importantes del día en sus vidas. Esto no es difícil de entender ya que durante el día apenas tienen contacto con otras personas.

Así que no ha habido baile (ni suelto ni agarrado) ni nada por el estilo, pero he aprendido que los finlandeses tienen una conversación mucho más animada y entretenida de lo que uno pudiera pensar a primera vista. En el centro en el que trabajo se juntan a diario sobre las 9'30h de la mañana para tomar café. Yo no me solía unir porque pensaba que ellas querrían hablar de sus cosas en finés, pero he descubierto que muchas están deseando hablar en inglés ya que van a tener que defender sus tesis en este idioma.

Y es que, como decía aquél, es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que en el propio y, como en este caso, uno cree que las demás prefieren estar solas cuando están encantadas de compartir su tiempo con uno.

martes, 21 de agosto de 2007

Idiomas

21 de gosto de 2007


A veces cuando uno cambia, de un día para otro, su idioma habitual por uno extranjero, le cuesta volver al idioma original. Me explico, hoy quería escribir “El equipo de coordinación tendrá en cuenta los minutos...” y sin darme cuenta había escrito minutes y cualquier cosa menos coordinación. Señal de que algo va quedando...



El tema de los acentos también es bastante gracioso. Así como, a la hora de hablar en inglés, los asiáticos no acaban de pronunciar la “r”, por ejemplo, diciendo lobot en vez de robot (doy fe), los finlandeses tienen la “r” excesivamente marcada. Yo diría que es una “r” rusa. No hay que olvidar que los rusos dominaron esta zona durante años. Así por ejemplo, aquí hay bastante gente que no dice “is very big” sino “is verrrry big” y, aunque uno también tiene lo suyo, es algo que no deja de hacerme gracia. La que más gracia me hace es "Biblioteca", no dicen "library" sino "librrrarrry". Me acuerdo que en una teleconferencia en la que estuve con la Buiza había un señor que pronunciaba la “r” similar a la de aquí y yo me reía bastante oyendo cómo ella imitaba el acento. Por ejemplo, el otro día vi un anuncio en la tele (los anuncios de aquí son de traca) en el que un padre que estaba con su hijo haciendo la compra en el supermercado, le indicaba al hijo que fuera a coger macarrones. Pues en esto que el padre le dice al hijo “jdhfdj jksaakshdkashdaks (no entiendo finlandés) dhfgsdsdkfjs macarrrrrrrronia” o cuando anuncian “Anatomia de Grey” dicen “Grrrrrreyn anatomia” que uno se pone a pensar cómo anunciarán aquí “Los Serrano”; a ver si un dia veo el anuncio.



No obstante, cabe destacar que, al igual que muchos países europeos, los finlandeses nos llevan ventaja en la emisión de películas. Aquí todas las películas y series se emiten en versión original subtitulada y así como “Los Serrano” se emite en castellano, CSI, por ejemplo, se emite en americano (por no llamarlo inglés).

Sigo dándole vueltas al tema de la bici. Marko dice que igual me consigue una, pero no lo tengo yo muy claro. Hay una bici que veo todos los días tirada junto a las vías del tren que me da unas tentaciones... cualquier día bajo y la cojo. Seguramente habrá que hacerle unos arreglillos, pero, vistos los precios que me dijeron ayer, seguro que merece la pena.



Mañana empiezan unas jornadas sobre envejecimiento, bienestar y tecnología que duran hasta el viernes. Mañana no voy a asistir (básicamente porque mañana es en suomi o finés), pero tanto el jueves como el viernes las charlas serán en inglés. Vamos a ver qué cosas se cuentan por estas tierras. La cosa pinta bien. Mañana, además, hay por la tarde un pequeño lunch (perdón ya se me vuelven a escapar palabras en inglés, quería decir ambigú, bufé) en casa de Taina al que me han invitado. ¿Habrá ambientazo? Mañana lo sabré. La cosa empieza a las 18´30, así que supongo que para las 21'00 más o menos ya estaré de vuelta en casa (se admiten apuestas). Ya os contaré. Supongo que si esto le pasa a una que yo me sé le da un mal ya que ella no sabe volver a las nueve (a no ser que sean las nueve de la mañana; por cierto ¿últimamente hace resaca por Donosti?).

lunes, 20 de agosto de 2007

Semáforos

20 de agosto de 2007


Etxaniz, A.; Buiza y Javi han vuelto al trabajo. Feliz aterrizaje. Espero que el buzón de entrada no se haya desbordado durante las vacaciones.


Sigo dándole al tema de los análisis de datos y, aunque algunos no puedan entenderlo, me lo estoy pasando en grande. Los primeros resultados no parecen muy alentadores, pero bajo mi punto de vista y tal y como me dijo una compañera de este Centro de Investigación, el hecho de encontrar que algo no sucede ya es un hallazgo. El tiempo dirá.


Una cosa interesante en Jyväskylä, no sé qué sucederá en el resto de Finlandia, es el tema de los semáforos. Es una cosa que no deja de sorprenderme. Para empezar todos los semáforos tienen el pitido correspondiente para las personas invidentes. Pita lento cuando está en rojo para los peatones y pita rápido cuando está en verde. Además, casi todos tienen el pulsador correspondiente para que se ponga en verde para los peatones.


Hasta aquí más o menos normal. Ahora viene lo interesante. En Jyväskylä hay dos tipos de semáforos: los viejos y los nuevos. Los nuevos son bastante similares a los que hay por allá, pero los viejos me fascinan. Si me entrara en la maleta me llevaba uno. En los semáforos viejos la luz de los peatones pasa de verde a rojo sin aviso previo. Igual que los magos; ahora está, ahora no está, estaba en verde, pero ya no. Interesante. Yo creo que terminaron el primer semáforo y una vez instalado se rascaron la cabeza y dijeron: “Pues va a ser que la versión 1.0 del semáforo no nos ha salido muy bien; quizá hay que pensar en una versión 2.0...”. Claro, yo puedo correr o retroceder o esquivar los coches, pero me imagino a un invidente que empieza a cruzar la carretera atinando el oído a los pitidos del semáforo cuando de pronto aquello empieza a pitar lento y piensa “O el semáforo se está quedando sin pilas o yo tengo un problema” mientras deja de atinar el oído a los pitidos y se concentra en el ruido de los motores. También me imagino a una persona mayor cruzando la carretera y cuando aquello pasa a rojo estirar el brazo para ver si puede darle al pulsador con el bastón para que el semáforo se le vuelva a poner en verde. En fin, esperemos que vayan poniendo más semáforos de la versión 2.0 que si no...


Otra cosa que no deja de sorprenderme es el sumo respeto que los finlandeses muestran hacia los semáforos. Imaginaros una carretera recta, sin pendiente, con visibilidad plena y con dos carriles; uno de ida y otro de vuelta. Ahora imaginaros que tanto si se mira hacia la izquierda como si se mira hacia la derecha sólo se ve el horizonte. Ningún coche a la vista, pero el semáforo para peatones está en rojo. ¿Cuántos finlandeses cruzan? Ninguno. Yo que estoy acostumbrado a cruzar con o sin paso de cebra, con semáforo en rojo o en verde (si alguien me dice algo soy daltónico), vengan coches o no vengan (de esto depende mi velocidad a la hora de cruzar) voy a parar a un país que es el colmo del respeto a una máquina. Claro, uno llega a un semáforo que está en rojo para los peatones y en el que no se ve un vehículo ni con prismáticos y está decidido a cruzar hasta que se encuentra con un muro de finlandeses a cada lado de la acera esperando a que se ponga el semáforo en verde. ¿Qué hacer? Uno se pregunta cómo reaccionarán los muros de finlandeses si uno se lanza a la carretera con total decisión aunque el semáforo para peatones esté en rojo. Lo he probado; la curiosidad me puede. Pues la cosa es que te lanzas decidido a cruzar la calle y algunas personas se se quedan mirando con una cara de sorpresa que ya le hubiera gustado conseguir a Isabel Genio en sus mejores programas. ¿Habrá fuertes multas para aquellas personas que cruzan de un modo tan alocado? Pienso enterarme.


Por lo demás ando en busca de una bici para dejar de andar. He visto un par de ellas, pero prefiero hablar con Marko a ver qué me dice. Sigo corriendo y poco a poco voy notando que mejoro. A ver si mañana consigo dar una vuelta más a este recorrido. Todavía no doy muchas, pero todo se andará.


Las fotos de hoy corresponden a una de las dos calles del “centro” de la ciudad. Esto de estar en el “centro” de la ciudad es un poco difícil ya que es tan pequeño que si eres un poco nervioso te sales constantemente.








domingo, 19 de agosto de 2007

Paz

19 de agosto de 2007


Estoy enamorado. No de nadie en particular, sino más bien de un concepto, de una forma de vida. Hoy he estado paseando por algunos de los infinitos caminos reservados sólo para ciclistas y viandantes y me he dejado llevar por la tranquilidad, el silencio, el aire puro, por la paz... una de las cosas que más me ha impresionado es el silencio. Ayer oí por primera vez una sirena a lo lejos y se me hizo extraño y me di cuenta de que cosas que allá me parecen naturales como el ruido y las sirenas, aquí no lo son. Tuve que escuchar la primera sirena para darme cuenta de que llevaba una semana sin escucharlas. Me ha comentado mi aita que ya han hecho el desvío de la N1, así que se supone que no habrá tanto ruido debajo de mi casa, pero no es lo mismo. Así como a mi querida Etxaniz (Aitziber) le encanta estar rodeada de gente y participar de la parranda y retirarse a la tranquilidad cuando lo cree conveniente, en este sentido yo soy totalmente opuesto. Me gusta vivir tranquilo que ya decidiré cuándo quiero ruido y cuándo parranda.






La otra cosa que me tiene prendado es el ritmo con el que se vive. Allá siempre andamos corriendo de un sitio para otro; siempre andamos con estrés e, incluso a veces, con escuatro. Quiero decir que vivimos a un ritmo que no es el nuestro o, mejor dicho, que no es el mío. Y es que, al fin y al cabo, vivir con tanta prisa y a tal velocidad es algo así como comer rápido; uno se alimenta, pero ni saborea ni disfruta de lo que come y además acaba con una úlcera al igual que tantas otras úlceras que nos surgen en esta vida que no tenemos tiempo de saborear ni de disfrutar, y es que resulta que para cuando quieres darte cuenta de una cosa, ya estás en otra. John Lennon decía en una canción que la vida es eso que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes. Aquí la cosa es diferente. La gente vive tranquila, conversa tranquila y goza y transmite una tranquilidad que se contagia a quien escucha. La vida aquí es otra cosa.








Hoy he visto casas rodeadas de naturaleza. Casas rodeadas por un silencio que es interrumpido únicamente por algún vecino que corta madera en la lejanía preparándose para el duro invierno que inexorablemente vendrá algún día. Casas con jardín, con una mesa cubierta mediante un techo de madera y junto a esta construcción una barbacoa de ladrillo. Casas con un riachuelo cruzando el jardín y cayendo en pequeñas cascadas a lo largo del mismo para finalizar en un pequeño lago, casas con niños jugando descalzos en la hierba mojada del jardín. Lo he visto separado y lo he visto todo junto y resulta una imagen sumamente atractiva.

Uno llena los pulmones y se da cuenta de que dentro todavía le queda algo, aunque casi lo había olvidado... es maravilloso no sentirse vacío y, más aún, ser consciente de que uno no se siente vacío, pero a la vez es aterrador vivir con la presunción y la sospecha de que uno puede estar vacío y nunca jamás llegar a darse cuenta...



sábado, 18 de agosto de 2007

De tiendas

18 de agosto de 2007


Hoy he visitado de nuevo el centro de la ciudad y además sus tiendas. No me interesan tanto las grandes tiendas como las pequeñitas, las de las familias que llevan cuidándolas desde tiempos inmemoriales con sus mostradores gastados y las de los nuevos que comienzan. Me he perdido entre estanterías de diferentes tiendas. Tengo que reconocer que siento una especial debilidad por las tiendas de antigüedades y las de libros. En las tiendas de antigüedades uno se transporta en el tiempo, observa sillas y mesas que han albergado conversaciones, caricias, discusiones, confesiones, llantos... uno se asoma a la intimidad de una vida pasada, una vida y una privacidad que no le pertenecen. Cada muesca de la mesa revela algo acontecido que ha dañado la integridad de la misma al igual que las muescas que llevamos dentro esperando que algún día cicatricen. Uno ve una guitarra, un piano, un violín y se pregunta qué manos los habrán tocado, qué notas se habrán desprendido de sus cuerdas; ve un libro y piensa qué emociones habrán provocado a sus lectores. Me gustan los libros nuevos porque me encanta oler sus páginas vírgenes, pero nunca deja de ser una aventura emocionante leer un libro que ya ha pasado por otros ojos y pensar qué habrán sentido lectores anteriores en esa misma página, en esa misma frase, ante la sorpresa provocada por tal palabra que da un giro inesperado a la historia y qué emoción cada vez que entre las páginas aparece una anotación, un comentario, un papelito con algo escrito, un poema original del lector anterior por un amor fracasado; siempre son por un amor fracasado o a lo sumo platónico.

Me he perdido entre las estanterías de varias tiendas de antigüedades, por llamarlo de alguna forma, que hay tanto a las afueras como cerca del centro de Jyväskylä. Las tiendas de antigüedades de esta ciudad no son del modo en que yo las he conocido en otras partes. Aquí son más tristes, más trágicas. Parece como un trastero en el que se han ido acumulando las cosas sin valor que nadie quiere. Uno no espera encontrar cassettes de música en una tienda de antigüedades tal y como me he encontrado en una en concreto. En esta misma tienda, al pie de una estantería, me he topado con un zapato blanco de tacón que estaba volcado y uno no puede dejar de relacionar esa imagen con la de una tragedia, un accidente, un terremoto quizá. Un zapato solitario y volcado no suele ser buen augurio.

Por lo demás, he visitado un mercadillo en el que básicamente se vendían verduras y hortalizas y, cómo no, una librería. Cerca de la iglesia cuya foto os puse ayer me he cruzado con el batería del segundo concierto que estuve oyendo y que llevaba la camisa fuera. Hoy, por cierto, llevaba la misma camisa por fuera (me fijo más en estos detalles desde que trabajo en Ingema, ¿por qué será?).

Como prometí ayer he ido al supermercado y he podido comprobar de primera mano que, al menos allí, no venden cervezas sin alcohol. Habrá que seguir investigando. Cada vez resulta más intrigante, ¿existirá la cerveza sin alcohol en Jyväskylä?

Las fotos que os adjunto esta vez son del atardecer de hoy.








Jyväskylä y los grupos heavy

17 de agosto de 2007


Parece mentira que hace una semana estuviera preparando las maletas para venirme a estas tierras y cogiendo el autobús hacia Bilbo. Parece mentira porque tengo la sensación de llevar aquí un mes y la verdad es que estoy a gusto. Creo que no tendría ninguna dificultad en acomodarme a este tipo de vida y quedarme aquí para siempre. Investigar, hacer deporte, leer... hace unos días tuve una conversación con Galdona en la que me decía que tendría que comprarme una casa al pie de un lago con su muelle y su barca, encontrar una moza y tener muchos laskibitas y la cuestión es que resulta una idea interesante...

Hoy he visitado el centro de la ciudad. Me habían dicho que sólo tiene cuatro calles, pero habían exagerado; no creo que tenga más de dos. El “centro” de Jyväskyä consta de una calle peatonal plagada de bares, aunque también hay bares con terraza. Por supuesto, también hay el tipo de tiendas que no puede faltar en ninguna ciudad tal como el H&M, por cierto, recuerdos a Buiza, Galdona e Igone (asociaciones de ideas que uno hace). El centro de la ciudad es tan pequeño que uno casi tiene que llevarse su propio microscopio para encontrarlo pero, como decía Gila, existir existe.

Aparte de la famosa calle peatonal, hay cosillas dispersas por ahí, como la iglesia cuya foto os pongo más abajo (aupa Xulai), pero no mucho más.





El centro de la ciudad está a dos pasos del campus universitario por lo que uno llega casi sin darse cuenta. Según iba de la Uni al centro, he oído que había un concierto y me he acercado para allá. Estaba tocando un grupo supuestamente heavy. El bajista tenía una melena que le llegaba por debajo del hombro e iba vestido completamente de negro... y con chancletas. Interesante. La canción más heavy que he oído no era más fuerte que cualquiera de las de Duncan Dhu (you can do para los amigos), y el ambiente era espectacular. Apenas había gente, pero había siete personas de seguridad y uno se pregunta a qué niveles llega aquí el tema del alcohol para tal sistema de seguridad. Como veréis en la foto que adjunto más abajo, estábamos cuatro gatos (quizá ocho) y el que más marcha tenía de todos (ya es triste) era yo que seguía el ritmo de las canciones con el pie, que a uno le dan ganas de ponerse de pie y empezar a bailar solo como un poseído sólo por ver la reacción de los tempanitos de hielo que estaban ahí. Yo creo que si lo hubiera hecho se hubieran quedado todos bloqueados, como el pantallazo azul de Windows (“Losedows” para los amigos, ese maravilloso sistema operativo) y hubiera tenido que reiniciar a todos los asistentes para que reaccionaran. Es más creo, y esto no va de coña, que el Fary, nuestro maravilloso Fary (Fairy para los amigos) levantaba muchísimas más pasiones que este grupo supuestamente heavy, tan heavy como cierto amigo mío que está casado con cierta amiga mía... ejem, pues eso. Por cierto, un saludo para mi amigo el “heavy”.










Después ha tocado un grupo que también debía de ser antisistema ya que el que tocaba la batería llevaba la camisa por fuera. Qué fuerte ¡Y les dejan tocar allí delante de todo el mundo! Visto el ambientazo me he dado una vuelta por los alrededores y allí también he encontrado cosas que a uno no dejan de llamarle la atención. En los jardines que rodean al concierto había grupos de gente, generalmente de cuatro personas, dos mujeres y dos hombres, que están alrededor de una caja de cervezas, aunque no todos, algunos también pueden estar alrededor de dos cajas de cervezas y uno empieza a entender por qué hay siete personas de seguridad para un concierto de tan poca asistencia. Aquello de “litros de alcohol” de nuestro querido e insigne rey del pollo frito (tan rebelde él que cobra canon por reproducir música en actos benéficos y que me pregunto yo si no me demandará por haber escrito “litros de alcohol” así, entre comillas, sin haberle pagado nada por ello), pues a lo que iba, que lo de nuestro querido rey del pollo frito (estás hecho un pollo que flipo para los amigos) no es nada con lo que he visto en los jardines que rodean al concierto y yo me pregunto qué pasará si uno va a un bar y pide una cerveza sin alcohol. ¿Se enfadarán? ¿Será agredido? ¿Sabrán lo que está pidiendo? ¿Le sacarán un mosto? Tengo que investigar al respecto. Mañana cuando vaya al súper voy a ver si tienen cerveza sin alcohol, sólo por curiosidad.

Eso será mañana.