sábado, 18 de agosto de 2007

Jyväskylä y los grupos heavy

17 de agosto de 2007


Parece mentira que hace una semana estuviera preparando las maletas para venirme a estas tierras y cogiendo el autobús hacia Bilbo. Parece mentira porque tengo la sensación de llevar aquí un mes y la verdad es que estoy a gusto. Creo que no tendría ninguna dificultad en acomodarme a este tipo de vida y quedarme aquí para siempre. Investigar, hacer deporte, leer... hace unos días tuve una conversación con Galdona en la que me decía que tendría que comprarme una casa al pie de un lago con su muelle y su barca, encontrar una moza y tener muchos laskibitas y la cuestión es que resulta una idea interesante...

Hoy he visitado el centro de la ciudad. Me habían dicho que sólo tiene cuatro calles, pero habían exagerado; no creo que tenga más de dos. El “centro” de Jyväskyä consta de una calle peatonal plagada de bares, aunque también hay bares con terraza. Por supuesto, también hay el tipo de tiendas que no puede faltar en ninguna ciudad tal como el H&M, por cierto, recuerdos a Buiza, Galdona e Igone (asociaciones de ideas que uno hace). El centro de la ciudad es tan pequeño que uno casi tiene que llevarse su propio microscopio para encontrarlo pero, como decía Gila, existir existe.

Aparte de la famosa calle peatonal, hay cosillas dispersas por ahí, como la iglesia cuya foto os pongo más abajo (aupa Xulai), pero no mucho más.





El centro de la ciudad está a dos pasos del campus universitario por lo que uno llega casi sin darse cuenta. Según iba de la Uni al centro, he oído que había un concierto y me he acercado para allá. Estaba tocando un grupo supuestamente heavy. El bajista tenía una melena que le llegaba por debajo del hombro e iba vestido completamente de negro... y con chancletas. Interesante. La canción más heavy que he oído no era más fuerte que cualquiera de las de Duncan Dhu (you can do para los amigos), y el ambiente era espectacular. Apenas había gente, pero había siete personas de seguridad y uno se pregunta a qué niveles llega aquí el tema del alcohol para tal sistema de seguridad. Como veréis en la foto que adjunto más abajo, estábamos cuatro gatos (quizá ocho) y el que más marcha tenía de todos (ya es triste) era yo que seguía el ritmo de las canciones con el pie, que a uno le dan ganas de ponerse de pie y empezar a bailar solo como un poseído sólo por ver la reacción de los tempanitos de hielo que estaban ahí. Yo creo que si lo hubiera hecho se hubieran quedado todos bloqueados, como el pantallazo azul de Windows (“Losedows” para los amigos, ese maravilloso sistema operativo) y hubiera tenido que reiniciar a todos los asistentes para que reaccionaran. Es más creo, y esto no va de coña, que el Fary, nuestro maravilloso Fary (Fairy para los amigos) levantaba muchísimas más pasiones que este grupo supuestamente heavy, tan heavy como cierto amigo mío que está casado con cierta amiga mía... ejem, pues eso. Por cierto, un saludo para mi amigo el “heavy”.










Después ha tocado un grupo que también debía de ser antisistema ya que el que tocaba la batería llevaba la camisa por fuera. Qué fuerte ¡Y les dejan tocar allí delante de todo el mundo! Visto el ambientazo me he dado una vuelta por los alrededores y allí también he encontrado cosas que a uno no dejan de llamarle la atención. En los jardines que rodean al concierto había grupos de gente, generalmente de cuatro personas, dos mujeres y dos hombres, que están alrededor de una caja de cervezas, aunque no todos, algunos también pueden estar alrededor de dos cajas de cervezas y uno empieza a entender por qué hay siete personas de seguridad para un concierto de tan poca asistencia. Aquello de “litros de alcohol” de nuestro querido e insigne rey del pollo frito (tan rebelde él que cobra canon por reproducir música en actos benéficos y que me pregunto yo si no me demandará por haber escrito “litros de alcohol” así, entre comillas, sin haberle pagado nada por ello), pues a lo que iba, que lo de nuestro querido rey del pollo frito (estás hecho un pollo que flipo para los amigos) no es nada con lo que he visto en los jardines que rodean al concierto y yo me pregunto qué pasará si uno va a un bar y pide una cerveza sin alcohol. ¿Se enfadarán? ¿Será agredido? ¿Sabrán lo que está pidiendo? ¿Le sacarán un mosto? Tengo que investigar al respecto. Mañana cuando vaya al súper voy a ver si tienen cerveza sin alcohol, sólo por curiosidad.

Eso será mañana.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola Iker,
Nos hemos reído mucho leyendo tus comentarios sobre el país y sus gentes.
Creo que podríamos apoyar tú investigación haciendo una encuesta en está mezcla de gentes de varios países que estamos encontrando en el Camino. (he encontrado internet gratis).
Haz turismo y recorre el país.