sábado, 25 de agosto de 2007

Bicic(obso)leta

25 de agosto de 2007


Ya tengo bici. Posiblemente sea del cartero que repartía las cartas en la Segunda Guerra Mundial, pero tiene dos ruedas y eso es suficiente. Además,como se suele decir, a caballo regalado buena sombra le cobija. Al final no ha hecho falta que coja la que estaba junto a las vías del tren (de hecho el mismo en que le saqué la foto la bici despareció), sino que Marko me ha conseguido una. Hay que reconocer el esfuerzo que ha hecho y desde aquí le doy las gracias. Lo primero que he notado al montarme, a decir verdad lo segundo, es que la bici es más alta que las de allá. Da más sensación de velocidad y visto el estado en el que está uno no se anima del todo a ir rápido. Lo primero que he notado y he preguntado a Marko cuando me la ha pasado es: ¿dónde están los frenos? Y es que resulta que esta bici es de las que se frenan haciendo fuerza con los pedales en sentido contrario al de pedalear. Allá hace unos años que se pueden ver algunas, pero no es muy usual. Y como resulta que uno está acostumbrado a girar los pedales en sentido contrario cuando va a cambiar de sentido o a poner su peso en los pedales para subir un escalón, resulta que estoy frenando continuamente. Parezco esos conductores con la “L” en la luna trasera que van dando trompicones con el coche ya que no acaban de dominar los pedales y se hacen un lío al intentar cambiar de marcha (¿eh, Maider?).






Otra cosa curiosa en esta bici (y en la mayoría de las que hay por aquí) es que los diferentes tamaños de piñón no están a la vista. Tienen un único sistema de piñones combinado con una especie de tambor en la rueda de trasera que, de alguna manera desconocida para mí, cambia el desarrollo de la bici. Por su puesto, lo anterior no es aplicable a la bici que yo ostento a la que ya se le puede intentar cambiar el desarrollo que no responde de ninguna de las maneras. No obstante, todo sea dicho, me hace ganar tiempo a la hora de desplazarme por Jyväskylä, menos en un tramo, casi llegando al apartamento en el que me alojo, que hay una pendiente que no la sube ni el ganador del tour dopado hasta las orejas, pero por lo demás es una gozada desplazarse con rapidez por aquí, para dar vueltas alrededor de los lagos, etc.




Una cosa curiosa de la bici es la cantidad de ruidos diferentes que hace cuando uno monta en ella. Más que en una bici parece que uno va sentado sobre una orquesta sin director. La rueda delantera hace un ruido, el guardabarros delantero otro, el sillín otro, los pedales un “¡Clack!” que me tiene desconcertado, etc. Con esta bici no hace falta tener timbre ya que todo el mundo se entera de que uno va circulando por la calle.

Lo que me preocupa en estos momentos son los bultos que le han salido a la cámara de la rueda delantera. Y es que resulta que, o la bici tiene acné (cosa que dudo teniendo cuenta la edad que tiene) o que la rueda está a punto de reventar. Creo que lo mejor es que el lunes la lleve a la tienda de bicis y se la cambie. De hecho, cuando me he despedido de Marko su frase ha sido “Don´t kill yourself”, es decir, no te mates. Habrá que andar con cuidado.






1 comentario:

Anónimo dijo...

Al tipo de bici que tienes se le llama "de piñón fijo". Son las que se utilizan en los velódromos para las carreras de pista. Quien sabe si a la vuelta te vemos preparando las Seis Horas de Euskadi, yo por si acaso voy comprando las entradas (arkaitz).