martes, 25 de septiembre de 2007

Don Quijote y el ambiente universitario

25 de septiembre de 2007


Hoy he descubierto un poco del fascinante ambiente universitario de Jyväskylä. Como ha empezado a oscurecer pronto, prefiero ir a correr en la zona universitaria y volver a oscuras a casa a regresar con luz y correr en la penumbra. Por primera vez he acudido al gimnasio de la Universidad. El gimnasio consiste en una sala no muy grande, pero que cuenta con un equipamiento variado. Hay bicicletas estáticas, una cinta para correr, pesas y diferentes máquinas para ejercitar los músculos de brazos y piernas. La primera lección que he aprendido es que, aquí también, las taquillas funcionan con una moneda de un euro. Por supuesto, las leyes de Murphy son omnipresentes y aquí se aplican del mismo modo que en el resto del mundo. Contaba con dos monedas y ambas eran de dos euros. Como cabe imaginar, no he encontrado a nadie con dos monedas de euro o algo similar, de modo que he dejado la mochila encima de un banco de los vestuarios. Finlandia tiene fama de ser un lugar en la que apenas se roba y, por otro lado, no creo que a nadie le interesen mis prendas.



En el gimnasio había bastantes universitarios haciendo todo tipo de ejercicios. Cuando he entrado, mi primera tentación ha sido la de hacer algo de bicicleta estática, pero como durante el día me muevo en bici, me he puesto en la cinta para correr un rato. Es la primera vez que corro en un aparato de este tipo y la verdad es que me ha gustado la experiencia. He corrido unos pocos kilómetros a velocidad creciente hasta llegar a la máxima velocidad. Creo que voy a repetir esta experiencia más a menudo. Cuando me he metido en la ducha, he descubierto la sauna para los estudiantes y esto le hace a uno sentirse a gusto, porque, bajo mi punto de vista, un símbolo de que un país es socialmente desarrollado consiste en que, aquellos a quienes el gobierno no tiene por qué temer, en este caso los alumnos, son tenidos en cuenta por éste. Aquí está muy claro que se cuida a los alumnos; se les paga por estudiar, se les ofrece comida barata, acceso gratuito al gimnasio además de otras ventajas que no vienen al caso.


Al salir del vestuario me he topado con una gran cantidad de gente esperando para una clase de aerobic y a uno le da por pensar que no hay nada más hermoso que un país preocupándose por la salud de sus jóvenes y se pregunta cómo hubiera actuado en caso de contar con tantas facilidades y tantos recursos como los que ve ahora.




Al parecer, todos los martes emiten una película, por supuesto en versión original subtitulada, en la Facultad que aparece en la foto. Como hoy era en inglés, también suelen ser en chino, etc., allá me he dirigido con Alfredo. Una cosa que sorprende es la cantidad de gente que he visto leyendo desde que ha entrado en la sala hasta que ha comenzado la proyección; otra cosa singular es que, en esta sala al menos, algunas personas se desprenden de su calzado para disfrutar más cómodamente del evento. La película, el documental para ser más preciso, se titula “Grizzly man”. Personalmente he de reconocer que me ha dejado clavado al asiento (muy duro, por cierto) desde el principio. En pocas palabras, consiste en las imágenes grabadas por un defensor acérrimo de los osos grizzly. Casi podría decir que es una especie de Don Quijote defendiendo a estos osos. Posiblemente este hombre, al igual que el hidalgo, no estuviera del todo en sus cabales y, de hecho, su actitud ha provocado carcajadas en los asistentes en diferentes momentos de la proyección, pero, personalmente, no me he llegado a reir en ningún momento. Para empezar porque, desde el comienzo del documental, se sabe que el personaje en cuestión murió, junto a su novia, en 2003 devorado por un oso. Y, claro, por muy fuera de la realidad que estuviera el muchacho, creo que el hecho de defender aquello en lo que creía hasta sus últimas consecuencias sin atacar a nadie, ni hacer daño a nadie, merece mi respeto y si realmente vivía fuera de la realidad, merece el respeto de todos los cuerdos.

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