Hoy he salido a conocer cómo funciona Jyväskylä de noche y no me refiero a la de la foto.
Creo que tengo que rectificar bastantes de las opiniones que tenía formadas de los finlandeses porque nada de lo que he visto encaja con los esquemas que me había formado de ellos. He quedado con Alfredo y con un estudiante checoslovaco a las 22'00h. En el camino de mi casa al centro de la ciudad, me he cruzado con un señor que iba haciendo eses por la calle. He aparcado la bici en el centro y hemos ido a tomar algo al Heminway's. Hemos estado charlando un rato y de ahí a una discoteca. A partir de aquí, mis esquemas se han ido rompiendo uno a uno.
Lo primero que me ha sorprendido positivamente, es que dentro de las discotecas no se puede fumar salvo en los lugares acondicionados para ello. Por lo que he sabido, hay varias opciones en este sentido. En algunas discotecas, hay una especie de habitación que consta de cuatro paredes de metacrilato dentro de las cuales tienen que dirigirse los fumadores y en los que hay un sistema de aspiración que impide que el humo salga del mencionado cubículo; en otras ocasiones es una de las pistas de la discoteca que está separada del resto de las pistas; en otras simplemente no se puede fumar. Lo que puedo asegurar es que uno regresa a casa sin oler a humo en absoluto.
Otra cosa q ue sorprende, es que dentro de las discotecas hay mesas de juego y bastante gente jugando. Creo que ya comenté que en los supermercados hay máquinas tragaperras en las que la gente acostumbra a jugar. La verdad es que esto no le deja indiferente a uno. Pues bien, en las discotecas también se da este hecho.
Una vez que nos hemos metido hacia la pista de baile, la imagen de finlandeses serios, racionales, que no se mueven ni a empujones, se ha venido abajo. Creo que tengo tanto que contar que mañana voy a escribir la segunda parte de esta experiencia.
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