jueves, 20 de septiembre de 2007

Regreso a mi pequeño remanso de paz

19 de septiembre de 2007


El día de hoy está siendo bastante duro. Ayer llegué al hotel casi a las 00'00h de la noche y hoy me he levantado a las 4'30h de la madrugada para llegar bien al aeropuerto. He cogido el avión en Bilbo para ir a Bruselas y desde allí a Helsinki para coger el tren que me dejará en Jyväskylä, mi pequeño remanso de paz.



Hasta ahora nunca solía dormir en los medios de transporte, pero debo estar bastante cansado porque ayer me dormí en el autobús camino a Bilbo y hoy me he dormido tanto en el avión a Bruselas como en el que va de Bruselas a Helsinki. En estos momentos estoy en el tren que me dejará en Jyväskylä. Vamos a una velocidad de 196 km/h y es una pena que esta velocidad no se mantenga durante todo el trayecto para llegar allá cuanto antes. Estaré allá para las 17'30h, es decir, que para las 18´00h o las 18'30h, estaré en casa tranquilamente. No sé si saldré a correr porque estoy bastante cansado. Lo más probable es que me quede leyendo algo de lo mucho que tengo para leer acerca de genética, gemelos, aspectos a tener en cuenta a la hora de escribir un artículo...


El vuelo de Bilbo a Bruselas ha sido un poco inquietante. Estaba yo en el aeropuerto, esperando para embarcar cuando he visto a una joven que se acercaba. Esta moza era el vivo retrato de un cadáver andante. Delgada hasta un extremo difícilmente imaginable. Esta situación lo turba a uno. La situación hace que uno se pregunte qué es lo que realmente somos; es imposible que seamos mero cuerpo porque, en ese caso, esa mujer apenas era una mujer. Una vez en el avión, se ha instalado en un asiento bastante cercano al mío de modo que he podido observarla con detenimiento. Cuando se ha dormido, ha quedado una piltrafa tirada sobre el asiento, como cuando uno llega cansado a casa, se quita la ropa y la tira sobre una silla. Así ha quedado ella, como un cúmulo de prendas tiradas sobre el asiento de un avión e inexplicablemente atadas con un cinturón de seguridad, como si las prendas estuvieran vacías o como si ella hubiera muerto hace tiempo y los gusanos le hubieran comido por dentro y no quedara más que huesos y pellejo.


Venía en el camino con el espíritu bastante revuelto. Desde mi estancia en Donostia, hay muchas cosas que se remueven dentro de uno; que no lo dejan tranquilo. Muchas cuestiones sin respuesta, muchas dudas, muchos sentimientos revueltos, pero tan pronto como he divisado desde el avión las islas que anuncian la llegada a la costa finlandesa, la balsa que flota sobre el lago de aceite del que he hablado en alguna ocasión se ha metido dentro de este cuerpo y una inmensa tranquilidad se ha instalado para quedarse dentro de mí; dentro; adentro.



Mañana toca retomar la marcha empezada hace un mes. Creo que este mes y medio que queda va a ser tan duro o más que lo trabajado hasta ahora. Hay demasiadas cosas que hacer para el tiempo que queda. Ánimo y a darle duro.

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