jueves, 20 de septiembre de 2007

Miradas

9 de septiembre de 2007


Mi regreso se acerca y los sentimientos contradictorios se me van acumulando en el cuerpo.


Hoy es un día tranquilo, un día de ésos en los que uno se siente bien consigo mismo y con los que le rodean. Uno se siente tranquilo y casi puede ver la paz que lo circunda. Es maravilloso estar de acuerdo con uno mismo y que lo que uno tiene dentro del cuerpo esté ordenado. No es fácil. A veces el exterior es tan corrosivo que lo corroe a uno, lo gasta, le crea una serie de muescas que son difíciles de reparar. Este país en el que todavía vivo, es como una balsa sobre un lago de aceite que le deja a uno flotando suavemente sin grandes olas, sin tempestades; simplemente flotando, tranquilamente, teniendo tiempo de mirar lo que queda tanto dentro como fuera de uno mismo.


Mucha gente está de acuerdo en que no es fácil mirar lo que uno tiene dentro, pero bajo mi punto de vista, tampoco es sencillo mirar hacia fuera. Mirar lo que queda fuera de uno y comprenderlo, integrarlo con uno y sencillamente seguir hacia adelante comprendiendo lo que uno tiene a su alrededor y dentro de sí mismo.


Una sensación de tranquilidad invade mi cuerpo, me acaricia, me abraza, me acoge del modo en que lo hace una persona cualquiera con un viejo amigo. Convivo con la tranquilidad y en la absoluta tranquilidad como si ésta fuera una vieja amiga que uno reencuentra tras varios años de no verse. Desde esta perspectiva, uno simplemente mira la vida y se siente satisfecho. Uno mira lo de fuera, lo de dentro y lo funde y ve que es feliz, que las cosas son fáciles de llevar, que la vida era otra cosa diferente, que el estrés es un mal invento y que viviendo demasiado deprisa uno se pierde el paisaje de todo el recorrido. Es como aquella historia del señor que va caminando por la calle y se encuentra un billete en el suelo. Lo coge y a partir de entonces camina mirando al suelo para ver si encuentra dinero. Al final de su vida ha encontrado una cantidad considerable de dinero, pero se ha perdido todo lo que ha tenido alrededor a lo largo de su vida; es agradable encontrar un dinero que uno no espera, pero es maravilloso contemplar lo que sucede alrededor de uno.



Recuerdo una película en la que un señor se enamora de una mujer sabiendo que ésta va a morir, debido a una enfermedad, en un plazo no muy lejano. En un momento de la película, casi al final, hay una frase que le corta a uno la respiración: “La felicidad de hoy es el sufrimiento de mañana”, es decir, que la felicidad de estar junto a la persona que uno ama, es el sufrimiento que se gestará cuando la pierda. No sé si en mi relación con este país sucederá lo mismo; esperemos que no sea para tanto.

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