La comida de hoy ha sido un tanto surrealista. Claro, uno proviene de un lugar en el que la cocina tiene mucha tradición y calidad reconocida. Cuando he llegado a la escuela de música, he visto que había pimientos rellenos y no lo he dudado dos veces. Me he servido un par de patatas cocidas y dos pimientos rellenos (el número de unidades que se puede uno servir viene escrito en un papelito junto al recipiente del alimento correspondiente). He abonado la cantidad correspondiente, me he servido la ensalada y el pan y me he dirigido directo a degustar la supuesta delicia. Mientras comía la ensalada, Marko ya le estaba hincando el diente a los pimientos rellenos y ahí se ha mascado mi tragedia. Los pimientos rellenos que yo había asemejado a los que estoy acostumbrado a comer, no eran otra cosa que unos pimientos rellenos de anchoas con todas sus espinas para aumentar el nivel de calcio del cuerpo. Así que mi gozo en un pozo.
Por la tarde he vuelto al gimnasio decidido a correr un rato, con la moneda de euro preparada para la taquilla. Me he puesto la ropa de deporte y cuando he entrado al gimnasio, la cinta para correr estaba ocupada por una moza que llevaba la camiseta con la suficiente humedad como para darse cuenta de que no acababa de empezar a correr. Me he puesto un rato en la máquina para remar y ahora me doy cuenta de que me he pasado ya que tengo cuatro bonitos callos adornando mis manos. He remado varios kilómetros y cuando ya estaba cansado, la moza seguía en la cinta corre que te corre. Me he sentado en la bicicleta estática y he estado pedaleando hasta que la moza, totalmente empapada, ha terminado correr. Me he puesto en la cinta y he corrido unos pocos kilómetros, así que por hoy estoy servido. Mañana más y espero que mejor.
Por si esto fuera poco, después ha habido sesión de sauna a la que me ha invitado Alfredo ya que a esta sauna sólo pueden acceder los trabajadores de las diferentes Facultades. Esto de la sauna es una experiencia interesante cuanto menos. Cuando hemos entrado, tres profesores estaban saliendo. Una pequeña ducha con agua caliente para ir cogiendo temperatura y para dentro. La sauna estaba a una temperatura de 100 grados, lo cual está muy por encima de las temperaturas a las que uno está acostumbrado. Hemos estado un rato charlando de artículos y cuestiones profesionales y para la ducha de nuevo. Una ducha y vuelta a entrar. Lo que se dice sudar, he sudado de lo lindo. Así que cada vez que salía a la ducha me metía un trago de agua entre pecho y espalda ya que, entre el líquido perdido haciendo ejercicio y esto, me iba a quedar más seco que un cacahuete. No obstante, debo destacar que la experiencia ha sido lo suficientemente interesante como para querer probarla en otra ocasión.
2 comentarios:
Normal que coman tan pronto, cuanto antes pasen el mal trago mejor, ja ja . Vas a tener que darles unas pocas lecciones de gastronomía, a ver si se invierte la tendencia y en vez de seguir finlandizandote tú, les vasconizas a ellos un poco.
A partir del lunes igual me empiezo a perder capítulos, a no ser que en los barnetegis haya internet. Espero que merezca la pena y dentro de tres semanas pueda hablar contigo en euskera (o algo que se le parezca).
Idoia eres una campeona. Tu próximo comentario en euskara. Para que veas que te hago caso, lee la entrada de hoy. Voy a salir a conocer la noche de Jyväskylä.
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